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miércoles, 8 de mayo de 2013

Oración a Jose Gregorio Hernandez

Oración a Jose Gregorio Hernandez

Mensaje 
oh, Dos espiritu unico sin principio ni fin, Dios del cielo creador del universo y de cuyo oceano soy solo una gota; tu que velas con incesante providencia por el bien de tus criaturas; tu, Divino Señor, que por medio de tu hijo, enviado excelso, nos has dicho que busquemos para encontrar y que llamemos para que se nos responda, invoco en tu nombre a el Dr. Jose Gregorio Hernandez para sanar a esta criatura (nombre de la persona), en el nombre del Padre, del hijo y del espiritu santoy que su fluido de bondad y deseo de ayuda al necesitado penetreen esta ciraturaque desea ser sanada (nombre) infundiendole con tu divino poder, salud, vigor, vitalidad y deseo de recuperacion, y en la mente de esta criatura (se dice el nombre), fortaleza, animo y paz. Oz suplicamos Señor derrameissobre esta criatura( dice el nombre) y sobre todo los que sufren, la gracia de vuestro amor y vuestra misericordia, dandonos fuerza para resistir el mal y vencerlo...

Se rezan un padre nuestro, n ave maria y un credo gloriado..

Un milagro separa a José Gregorio Hernández de la beatificación

Un milagro separa a José Gregorio Hernández de la beatificación


El 26 de octubre de 1864 vino al mundo uno de los más célebres venezolanos, médico, profesor y científico, hablaba seis idiomas, de profunda fe y siempre al servicio de los más necesitados



Hoy se cumplen 148 años del nacimiento del Dr. José Gregorio Hernández, un hombre de profunda fe y siempre al servicio de los más necesitados, brindaba su atención a los enfermos sin pedir nada a cambio, esto hizo que se ganara un lugar especial en los venezolanos. A pesar de su muerte millones de personas continúan pidiéndole que interceda en su sanación o la de algún familiar, hay quienes afirman haber sido escuchados por Hernández atribuyéndole una gran cantidad de milagros.




En este sentido, el párroco de la iglesia San Carlos Borromeo, Jesús Díaz, explicó que estos hechos lo hace acreedor del título de “Siervo de Dios” y que se encuentra a un milagro para ser beatificado. “Su proceso de beatificación ha sido un poco lento, está siendo llevado por la arquidiócesis de Caracas, el doctor tiene numerosos milagros que el pueblo venezolano lo manifiesta con profunda devoción ya que para ellos murió en aires de santidad. Según los requisitos del Vaticano, se necesita un milagro más “contundente”, que no sea demostrado científicamente, por esto se ha demorado. El retraso no se debe a que Hernández sea utilizado por diversos cultos no católicos”, comentó Díaz.



El párroco indicó que la grandeza del doctor José Gregorio en haber dado lo mejor de sí en el plano profesional que abarcó sus labores como médico, profesor e investigador de la medicina, incorporando avances del área luego de estudiar en Europa. Asimismo, Hernández conjugó la parte científica con la fe, a sus pacientes les decía que más allá del tratamiento Dios intercedería en la curación. Estas profundas creencias religiosas lo llevaron a intentar ingresar al sacerdocio en dos oportunidades, pero su salud se lo impidió y esto lo tomó como una señal para dedicarse de lleno a su trabajo como médico para sanar a los necesitados.
Díaz dijo que por no tener un lugar en la santidad, Hernández no podía ser objeto de misas de acción de gracias, sin embargo, en las ceremonias pedirán por su pronta beatificación.


SU HISTORIA
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo, a los 13 años viaja a Caracas para cursar estudios de bachillerato y medicina posteriormente. Una vez graduado se traslada a Europa para profundizar sus conocimientos en bacteriología, histología, microbiología, patología y fisiología experimental, trayendo consigo el primer microscopio a Venezuela. En 1909 ingresó al monasterio de Roma para dedicarse a la vida religiosa, pero nueve meses más tarde se ve obligado a regresar por razones de salud. El 19 de junio de 1919, murió en la ciudad de Caracas en un accidente de tránsito.


TESTIMONIOS DE FE


Eduviges Sánchez: Uno de mis hijos cuando era bebé se enfermó gravemente, estaba más muerto que vivo, en ese tiempo yo era devota de José Gregorio Hernández, mi esposo y yo le encendimos velas y le pedimos por la curación del niño y a los pocos minutos se comenzó a recuperar. A partir de ese momento mi fe en el doctor creció mucho más.

Juana Tricera: Tengo una nieta que hace varios años se cayó por unas escaleras sufriendo múltiples lesiones y sangraba demasiado, apenas podía respirar. La trasladaron al seguro y estaba muerta, mi familia comenzó a rezar y creo firmemente en que el doctor Hernández la trajo de vuelta”.

Fany Duque: A mi hermana le dio un ACV, le oramos al doctor José Gregorio y él la sanó, está totalmente recuperada ya puede caminar y le pagamos la promesa.



Muerte De José Gregorio Hernández. 29 De Junio De 1919

Muerte De José Gregorio Hernández. 29 De Junio De 1919





El 29 de Junio, como todos los días, José Gregorio se levantó a las cinco, tomó su primer baño del día, rezó el Angelus, y después se dirigió a la iglesia de la Divina Pastora a escuchar la misa y comulgar. Como era domingo, no tenía que ir a la universidad, por lo que se fué a visitar algunos de sus enfermos en esa parroquia.
Regresó luego a su casa (en el número 3 de San Andrés a Desbarrancado), donde su hermana Isolina le sirvió el desayuno: pan, mantequilla, queso y agua de panela. Después de organizar su consultorio, salió a visitar las casas de sus pacientes, cosa que acostumbraba hacer en las mañanas que no tenía clases, entre las ocho y las once y cuarenta y cinco. Para este recorrido José Gregorio iba generalmente a pie.

Poco antes del mediodía llego a su casa, donde tomó su segundo baño del día como era costumbre. A las doce del día rezó el Angeluz y se sentó a almorzar. Este último almuerzo consistió en sopa, legumbres, arroz y carne acompañados de un refresco de guanábana que le enviara su cuñada, Dolores de Jesús Briceño Gonzáles, la esposa de César Benigno.

Para reposar el almuerzo se sentó en la mecedora que tenia para atender a los pobres que venían a verlo durante dos horas todos los días. Estaba esta mecedora junto a una imagen de San José.


Pasada la una y media de la tarde llego alguien a avisarle de que una señora anciana se encontraba muy grave, José Gregorio tomó su sombrero y partió enseguida a visitarla. Esta anciana vivía entre Amadores y carbones.


Cuando salió de consultar a la anciana enferma, José Gregorio, considerando que esta era muy pobre decidió el mismo irle a comprar las medicinas que le había recetado y para ello se llegó hasta la farmacia que se encontraba en la esquina de Amadores.

En la calle de Amadores a Urapal se encontraba estacionado un tranvía y en el momento en que salía José Gregorio de la farmacia con las medicinas otro tranvía subía desde la esquina de Guanábano hacia Amadores.


José Gregorio fué a cruzar la calle por delante del tranvía que se encontraba detenido, sin percatarse de que un automóvil se aceraba en esa dirección, sorprendido por la aparición inesperada del transeúnte el chofer no pudo detener a tiempo el vehiculo que conducía a 30 Km por hora y José Gregorio recibió el fuerte impacto que lo lanzó por el aire contra un poste telefónico; golpeándose en su caída con el filo de la acera. Este golpe de acuerdo con el informe forense es lo que ocasiona la muerte del ilustre médico y siervo de Dios pocos minutos más tarde, pues le fracturó la base del cráneo y le provocó una hemorragia interna.

La señorita Angela Páez se encontraba en ese momento asomada al a ventana de su casa el número 29 entre Guanábano a Amadores y pudo ver el accidente. De acuerdo a su testimonio cuando José Gregorio vio que se le abalanzaba el automóvil, exclamo: "Virgen Santísima".

Por extraña coincidencia el que conducía el automóvil Fernando Bustamante Morales, iba a ser compadre de José Gregorio y este le había curado en una ocasión a su madre y salvado de la peste a una de sus hermanas.


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Soy un hombre mayor, que acaba de cumplir felizmente 99 años, pero el doctor José Gregorio Hernández era, para la época en que yo era un muchacho, mucho mayor que yo. De hecho, para el momento del lamentable accidente que acabó con su vida, él contaba con 49 años y yo apenas con seis.

Por largo tiempo creí que mis padres habían solicitado su ayuda para curarme de una fiebre tifoidea. Pero lo cierto es que ese recuerdo de estar enfermo lo tengo de cuando era ya mayorcito. Aunque así sería la acción que desempeñó José Gregorio Hernández en La Pastora, entre sus vecinos, que por años me pareció que aquello había sucedido. No en vano, crecí escuchando comentarios sobre sus constantes rondas, desde el inicio de la avenida Baralt hasta La Pastora, indagando siempre por la presencia de enfermos.

Afortunadamente, pude compartir con él ambientes de vida, en esa amada parroquia, y también de desarrollo profesional, tanto en la antigua universidad, ubicada en el centro de Caracas, como en ese importante espacio de atención médica que ha sido el Hospital Vargas durante toda su existencia.

Cuando se evoca la vida del doctor José Gregorio Hernández es clara la referencia a su desempeño como médico: un hombre venido de la provincia, dispuesto a entregar su vida a un oficio noble, y a quien, por cierto, el gobierno venezolano de la época le encomendó tareas de gran importancia para el país, que contribuyeron al desarrollo de los diagnósticos de las causas de las enfermedades.

El primer microscopio que llegó a Venezuela lo trajo José Gregorio, así como muchos libros relevantes para la formación en fisiología, anatomía patológica, histología y bacteriología. Para el naciente Hospital Vargas, aquello fue una bendición. Estos fueron encargos del presidente Rojas Paúl, el mismo que decretó la construcción del Vargas.

En cuanto a la enseñanza, José Gregorio Hernández fue un hombre muy estudioso y un profesor universitario sumamente exigente. De esta manera me lo hizo saber el también doctor Martín Vegas, padre de la dermatología en Venezuela, de quien fui discípulo. Vegas relataba que José Gregorio era muy riguroso, que tenía un carácter muy recio en su rol de educador.

En mis días de estudiante, por los años treinta del siglo pasado, ya había una tendencia a considerarle como un santo y siempre se escuchaban comentarios de mucha gratitud. Por supuesto, tanto en la universidad como en el Hospital Vargas se le recordaba permanentemente y se han honrado sus importantes aportes.

Sin duda, José Gregorio fue un hombre de enorme capacidad que demostró lo que significa la investigación científica. Igualmente, vemos en él a un médico que, por sus sólidos valores cristianos, inspiró un movimiento de fe y esperanza en los pacientes... Un ser humano bendito.

Cardenal Urosa Savino pide orar para lograr Beatificación de José Gregorio Hernández

Cardenal Urosa Savino pide orar para lograr Beatificación de José Gregorio Hernández

Veo hoy en Aciprensa esta nota del Cardenal Jorge Urosa Savino sobre la Beatificación del Doctor José Gregorio Hernández:
Cardenal Jorge Urosa SavinoEl Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino, invitó a los feligreses a intensificar sus oraciones “para rogar la pronta beatificación de nuestro querido José Gregorio” Hernández, al acercarse el 89º aniversario de su partida a la Casa del Padre.
A través de un comunicado, el Arzobispado de Caracas recordó que Hernández, médico de profesión, falleció “en un trágico accidente en momentos en que, movido por su intensa caridad, llevaba unas medicinas a un enfermo necesitado”.
Por ello, se pidió a los párrocos, religiosos y laicos, “promover estas súplicas a Dios” para que “nos conceda la gracia de ver pronto al Dr. Hernández en los altares”.

Biografía del Doctor José Gregorio Hernández

Jose Gregorio HernandezEl Doctor José Gregorio Hernández nació en Isnotú, Estado Trujillo (Venezuela), el 26 de octubre de 1864. Como miembro de su familia y en su Pueblo fue ejemplar. Desde los 13 años, en 1877, fijó su residencia en Caracas. Fue un estudiante sobresaliente y un científico notable. Doctorado en Medicina en 1888. Luego de un postgrado en París se dedicó al ejercicio profesional y a la docencia universitaria. Fundó las cátedras de Histología, Fisiología Experimental y Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela.
Se distinguió por su fe inquebrantable, su castidad perfecta, su humildad y sencillez profunda, su excelencia profesional, su tierna devoción a la Virgen, y su gran amor a Dios y al prójimo. Su afán de perfección lo llevó a la Cartuja; pero el Señor, que los destinaba a servir de ejemplo a los seglares, profesionales e intelectuales de su Patria, por medio de la enfermedad, le impidió coronar sus anhelos de vida monástica o sacerdotal.
El 29 de junio de 1919, mientras llevaba medicinas a un enfermo necesitado, un automóvil puso fin a su vida ejemplar. El pueblo caraqueño, al saber de su muerte, exclamó: “¡Ha muerto un santo!”. En verdad fue un apóstol de la caridad.