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miércoles, 8 de mayo de 2013

Cardenal Urosa Savino pide orar para lograr Beatificación de José Gregorio Hernández

Cardenal Urosa Savino pide orar para lograr Beatificación de José Gregorio Hernández

Veo hoy en Aciprensa esta nota del Cardenal Jorge Urosa Savino sobre la Beatificación del Doctor José Gregorio Hernández:
Cardenal Jorge Urosa SavinoEl Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino, invitó a los feligreses a intensificar sus oraciones “para rogar la pronta beatificación de nuestro querido José Gregorio” Hernández, al acercarse el 89º aniversario de su partida a la Casa del Padre.
A través de un comunicado, el Arzobispado de Caracas recordó que Hernández, médico de profesión, falleció “en un trágico accidente en momentos en que, movido por su intensa caridad, llevaba unas medicinas a un enfermo necesitado”.
Por ello, se pidió a los párrocos, religiosos y laicos, “promover estas súplicas a Dios” para que “nos conceda la gracia de ver pronto al Dr. Hernández en los altares”.

Biografía del Doctor José Gregorio Hernández

Jose Gregorio HernandezEl Doctor José Gregorio Hernández nació en Isnotú, Estado Trujillo (Venezuela), el 26 de octubre de 1864. Como miembro de su familia y en su Pueblo fue ejemplar. Desde los 13 años, en 1877, fijó su residencia en Caracas. Fue un estudiante sobresaliente y un científico notable. Doctorado en Medicina en 1888. Luego de un postgrado en París se dedicó al ejercicio profesional y a la docencia universitaria. Fundó las cátedras de Histología, Fisiología Experimental y Bacteriología en la Universidad Central de Venezuela.
Se distinguió por su fe inquebrantable, su castidad perfecta, su humildad y sencillez profunda, su excelencia profesional, su tierna devoción a la Virgen, y su gran amor a Dios y al prójimo. Su afán de perfección lo llevó a la Cartuja; pero el Señor, que los destinaba a servir de ejemplo a los seglares, profesionales e intelectuales de su Patria, por medio de la enfermedad, le impidió coronar sus anhelos de vida monástica o sacerdotal.
El 29 de junio de 1919, mientras llevaba medicinas a un enfermo necesitado, un automóvil puso fin a su vida ejemplar. El pueblo caraqueño, al saber de su muerte, exclamó: “¡Ha muerto un santo!”. En verdad fue un apóstol de la caridad.

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