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domingo, 26 de octubre de 2014

Las huellas que dejó José Gregorio Hernández en Caracas

Las huellas que dejó José Gregorio Hernández en Caracas

José Gregorio Hernández no abandonó las salas del Hospital Vargas ni siquiera con su muerte. En más de una habitación está pegada en la cabecera de la cama o guardada bajo la almohada de un paciente la estampita del médico de los pobres. Rafael Muci-Mendoza, ex presidente de la Academia Nacional de Medicina, ha dicho que se trata del único médico con 100 años de servicio activo en el centro de salud. Y es así.

María Fernández frecuenta el área de cirugía desde hace seis meses, cuando a su hijo le dispararon. Confía en que será el venerable quien le devolverá la salud al joven. Para eso, en más de una oportunidad, le ha dejado una vela encendida en el altar improvisado por los familiares de los enfermos en esa área. En la mesa las notas con peticiones, se confunden con las placas de agradecimiento por el favor recibido.

La última lección de Hernández en el Vargas fue sobre la lepra. Ahí, además de atender pacientes y educar, trabajó en el laboratorio que equipó gracias a la beca que le permitió cursar estudios de Microscopía, Bacteriología, Histología Normal y Patológica y Fisiología Experimental en París. Ese laboratorio está cerrado. Aseguró el doctor José Luis Rodríguez que ha estado así por muchos años. “Soy microbiólogo. José Gregorio Hernández fue el fundador de la primera cátedra de Bacteriología que hubo en el país –y en América–, así que profesionalmente soy hijo de su escuela. En el hospital se le respeta y recuerda mucho por su trabajo científico”.

Aunque el médico nació en Isnotú, estado Trujillo, desde los 13 años vivió en Caracas y se convirtió en un personaje de la ciudad, que aún conserva sus huellas.

El sillón y la casa desaparecida. Escogido por Luis Razetti, Hernández fue uno de los 35 fundadores de la Academia Nacional de Medicina en 1904. Ocupó entonces el sillón número 28, entre los seleccionados para normar la salud en Venezuela. La silla se conserva en el Palacio de las Academias. La Gaceta Médica de Caracas fue la tribuna para que Hernández expusiera sus investigaciones. “Esa fue la primera revista científica de Latinoamérica. En la biblioteca de la academia se conservan los números originales donde él publicó”, dijo Huniades Urbina, miembro correspondiente 39.

La casa de La Pastora donde vivía José Gregorio al momento de su muerte ya no existe, pero los habitantes de la parroquia conocen el punto en la que se ubicaba. Es en la esquina de Desbarrancados –justo en frente de una cauchera–.

Debajo de uno de los avisos que identifica la calle Norte 8 y la esquina hay un grafiti con la imagen del venerable. “Por el amor de los pobres, el pueblo de Venezuela ya le ha dado su lugar”, reza la inscripción junto a la figura.

De esa casa habría salido el médico el 29 de junio de 1919, alrededor de las 2:00 pm, para ir a atender a una de sus pacientes, pero fue atropellado.

En tres de los cuatro puntos cardinales de la esquina de Amadores le rinden homenaje. En el muro de la Farmacia de Amadores hay dos placas. Una que alude a que la vida del médico se extinguió en ese sitio y otra del Concejo Municipal de Libertador que refiere que desde el 28 de octubre de 2009 se designa con el nombre del Dr. José Gregorio Hernández la avenida Oeste 9. Aunque ninguna placa a lo largo de la vía lo indica.

El cartel que identifica la Farmacia de Amadores se cayó. Douglas Piña, administrador del negocio, explicó que la farmacia ha pasado por muchas manos desde la muerte de Hernández por lo que no conservan ningún recuerdo del médico en las instalaciones. Ni siquiera una de las más de 7.000 recetas escritas por el venerable, que los farmaceutas de la época ya valoraban y solían guardar. Pese a que su beatificación continúa pendiente, en los lugares que pisó ya se le considera santo.

Mervin Mármol es historiador y pintor. El artista fue el responsable de pintar el mural y además estuvo en las mesas de trabajo que se organizaron durante el mandato de Freddy Bernal para renombrar la avenida, donde participaron representantes del Museo Arturo Michelena, de la Casa de la Cultura de La Pastora y de la Fundación José Gregorio Hernández. “José Gregorio era alguien muy noble y humilde. El mural busca rendirle tributo al hombre, al médico, el investigador y humanista”.

Aunque sus restos fueron trasladados en 1975 a la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria, en el Cementerio General del Sur todavía se le recuerda. Allí fue enterrado el 30 de junio de 1919. Todos los cuidadores de tumbas saben donde se ubicaba la suya. Sin embargo, el mausoleo no tiene ninguna identificación y es ahora hogar de un indigente. A una fosa de por medio están los restos de José Benigno Hernández, quien se presume fue su hermano. Ahí hay otra imagen de yeso de José Gregorio y una placa que dice: “Gracias, Doctor José Gregorio Hernández, por el favor concedido”.

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